Todos nos tenemos que enfrentar a la Realidad en algún momento, antes o después, a la realidad de amar a alguien inadecuado en el momento inadecuado, a la realidad de no poder olvidar el pasado, a la realidad de no ser quien queremos ser. Vemos lo que queremos ver y creemos lo que creemos creer, y a veces funciona nos mentimos a nosotros mismos tanto que con el tiempo nos creemos nuestras mentiras. Negamos tantas cosas que ya no distinguimos la verdad. No reconocemos la realidad porque no queremos quitarnos las manos de los ojos. Pero engañarnos a nosotros mismos solo consigue que el dique aguante un tiempo, pero no eternamente. Porque negarlo no cambia la realidad, antes o después tenemos que dejar de lado las negociaciones y enfrentarnos al mundo cara a cara con todas nuestras armas; cuando el dique revienta te espera un océano enorme, ¿pero cómo logras no ahogarte? ¿Cómo te enfrentas a esa realidad aterradora de la que huíamos hasta que nos cansamos y no pudimos más?
Debemos reconocer que a veces enfrentarse a esa realidad resulta espantoso y a todos nos gusta pensar que somos lo suficientemente fuertes como para plantarle cara. Pero ser fuerte no solo significa ser duro, significa aguantar el golpe y asimilarlo. No existe una ciencia exacta sobre sentimientos, puede aterrarnos sentirlos pero solo por eso no desaparecerán, solo queda sobrevivir y convivir con ellos.
